O SORRISO DE PANDORA

“Jamais reconheci e nem reconhecerei a autoridade de nenhuma pretensa divindade, de alguma autoridade robotizada, demoníaca ou evolutiva que me afronte com alguma acusação de pecadora, herege, traidora ou o que seja. Não há um só, dentre todos os viventes, a quem eu considere mais do que a mim mesma. Contudo nada existe em mim que me permita sentir-me melhor do que qualquer outro vivente. Respeito todos, mas a ninguém me submeto. Rendo-me à beleza de um simples torrão de terra, à de uma gotícula de água, à de uma flor, à de um sorriso de qualquer face, mas não me rendo a qualquer autoridade instituída pela estupidez evolutiva da hora. Enfim, nada imponho sobre os ombros alheios, mas nada permito que me seja imposto de bom grado Libertei-me do peso desses conceitos equivocados e assumi-me como agente do processo de me dignificar a mim mesma, como também a vida que me é dispensada. Procuro homenageá-la com as minhas posturas e atitudes e nada mais almejo. É tudo o que posso dizer aqueles a quem considero meus filhos e filhas da Terra. “ In O SORRISO DE PANDORA, Jan Val Ellam

segunda-feira, março 07, 2011

la división que encontramos entre una mujer y otra mujer


REFLEXIONES SOBRE LA VIOLENCIA INTERIORIZADA EN LAS MUJERES

Casilda Rodrigáñez Bustos. Vitoria, noviembre 2003
"Sin madre no puede haber hermandad; el fratricidio es la
consecuencia inmediata del matricidio, de la falta de madre. "

La mujer se encuentra desde el principio sin una forma propia de existir,
como si el existir de la mujer se hallase ya incluído en una forma de existir (mujer, madre,hija, etc.) que la niegan en cuanto a mujer. Ser madre significa existir y usar el propio cuerpo en función del hombre, y por lo tanto una vez más carecer del sentido y del valor del propio cuerpo y de la propia existencia a todos los niveles. Esta negación de sí misma es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres, a lo largo de toda su historia, no hiciesen más que repetir esta experiencia de autodestrucción. Por eso, el discurso sobre la violencia masculina, sobre la vejación, sobre la dominación, sobre los privilegios, etc. seguirá siendo un discurso abstracto si no se tiene en cuenta el aspecto interiorizado de la violencia , la violencia como negación de la propia existencia. La negación de sí misma empieza a funcionar desde el nacimiento, a partir de la primera relación con la madre, donde la madre no está presente como mujer con su cuerpo de mujer, sino que está allí como mujer del hombre, para el hombre (...)

El hecho de que la niña viva la relación con la persona de su sexo sólo a través del hombre, con esta especie de filtro que hay entre ella y la madre, es la razón más profunda de la división que encontramos entre una mujer y otra mujer; las mujeres estamos divididas en nuestra historia desde siempre, (...) al no conseguir mirarnos la una a la otra, al no ser capaces de contemplar nuestro cuerpo sin tener siempre presente la mirada del hombre.(...)

Del hecho de que la mujer no encuentra en la relación la madre el reconocimiento de su propia sexualidad, del propio cuerpo, procede después toda la historia sucesiva de la relación con el hombre como relación donde la negación de todo lo que tú eres, de tu sexualidad, de tu forma de vida, ya se ha producido.

Lea Melandri. La infamia originaria (1)
(subrayados de ella)
(pintura de Lena Gal)

1 comentário:

Katarine Carvalho disse...

Olá querida Rosa!
Estou fazendo do seu blog minha leitura diária! Continue a escrever, a expressar os anseios mais profundos da sua alma, pois neles me encontro! Assim como muitas mulheres...

Beijos de luz e amor no seu coração
Que a Deusa te guarde!